jueves, 24 de diciembre de 2009

Quimera.

Sólo la quimera perfecta nace y muere por secretos y misterios,
Sólo la paz y su contrario se encuentran en su vientre,
Y en su mirada de sentidas formas;
Se descubre la escasez de humanidad.

Mano y garras como complejidad tan natural y común,
El peso del viento y el arrojo de soles en fuerzas animales,
La necesidad del hombre por comprender semejante fruto;
Y dicho fruto para disfrutarse dentro de si mismo en ella.

Aletazos de ironía ante la perfección de su momento de ruin juicio,
Su vacío llena la putrefacción maquillada de hombres de poca mente,
El viento que domina con humo y sin el,
La raza que desgarra con el sudor de la subversión,
El nacimiento de su ser es la muerte de un hechizo,
El ir y venir de su alma en derrotero contrapuesto a otra alma,
Su compás en pose de rezo y provocación.

La mayéutica de su acto primero es la función del retorno de su procreación y de su nacimiento, es la repetición del caos de la creación de su propio ser,
El roce que produce lo húmedo de su deseo de savia,
Como punto de imagen del momento de un parto de sabiduría encarnada.

La quimera perfecta que muere y nace sin secretos ni misterios,
Con caos y su contrario refugiado en su vientre,
Y en su sonrisa violenta y su paso malevo…
La reproducción de su nacimiento la rejuvenece…
La deshumaniza… la hace hombre el hombre,
Su nacimiento es la marca de su naturaleza,
Reprodúcelo… retorna… nace…
Nace otra vez… retorna al vientre,
Dale la sabiduría al proveedor.
Que es el único acto conciente de ambos,
Renacer en otro.

Nace… nace otra vez,
Reproduce el momento de la luz.