jueves, 4 de agosto de 2011

Eternidad y Vacío.

Qué golpe tan tortuoso el del tiempo para quien no comprende que lo mismo cabe la eternidad en un año, en un segundo, en un parpadeo y en un adiós; los recuerdos que golpean al tiempo de cada respiro, avergüenzan el alma y contagian al resto del ser como implacable sustancia mortuoria y son, también, eternidad impaciente. Puede perderse un hombre débil en los ojos relucientes de una mujer que espera sin ser esperada, puede su sonrisa causarle tanta pena que lo hace esconderse en lo más profundo de su propia materia; llorar a los adentros hasta inundar su sangre de lágrimas y enfermar del corazón al corazón. Jugar con las transformaciones de aquel rostro que no merece ser profanado es eternidad, es repetición, es el círculo que entierra la libertad, que esclaviza el poco espíritu que queda entre los dedos de un asesino o de una ladrona. La eternidad es lo contrario al vacío y aun así se desean mutuamente,  paren al tiempo y el tiempo pare a los hombres con la única razón de no quedarse solo, hueco, inexistente.