lunes, 26 de julio de 2010

La ida.


La ligereza de un pan sin levadura,
La paz de un instante de silencio,
Una llamada sin cordura
Y el pecho de un hombre abierto al vacio.

Como la luz clara de los ojos de un dios,
Las trenzas de sus mujeres cayendo doradas.
El grito del cegador de miel
Y la abeja sufriendo por la sequia de sus alas.

Una sorpresa del dragón en la esquina de esa mesa,
El hueco sin proporción de vida a muerte.
Con la esperanza que nos pesa ni estorba,
Igual que sus pasos aliviados por no detener su arte.

El filo de un hilo con la punta de una aguja
Y el romper y unir de dos entes distraídos,
En aguas de hierro vivacidad de luna,
Como una noche que acaba con un inicio del día.

Ciclo cumpliéndose por única ocasión,
Con ignorancia de lo que no se verá,
Desapareciendo con la estética del sueño
Y la inconsciencia de un objeto de metal.

Morder la poca piel que se permite,
Besar la poca miel que se consigue
Y  ser la abeja el dragón y la luna;
Como si el ciclo acabara la noche de hoy.


jueves, 8 de julio de 2010

Resaca.

Fragmento.

Siempre hubo un montón de cosas amontonadas en algún rincón y las ignoraba por mero sentido común y amor propio. Las ventanas de una nueva luz siempre se abren cuando el sol se pone y el viento es más húmedo. Yo desperté buscando mi sueño último en la otra almohada y me deprimió ver la boca de mi mano recargada sobre el montón de plumas de ganso y la fina tela que las aprisiona como para que no se vallan también. Cerré los ojos de nuevo y los apretaba fuerte, juro que me lastimaba apretándolos. Cuando comencé a soñar, antes, lo primero que me dije cuando la vi fue; por favor que sea real, por favor que sea real. La mejor forma de notar que es un sueño. Pero lo disfrute cuanto pude, juro que lo disfrute. Por eso es que apretaba y apretaba los parpados, en verdad quería regresar, en verdad quería que fuera real o que, por lo menos, volviera suceder.
Me levanté luego de largos intentos, y tuve una mañana distinta. Primero, porque me levante temprano y después por que limpié por iniciativa propia. Me acerque al estéreo y puse un disco, ya nadie hace es. Barrí, luego trapeé y me puse a acomodar los papeles higiénicos, su olor es lo mejor del mundo, juro que es lo mejor del mundo. La música y el quehacer culturalmente femenino me pusieron a olvidar la mañana, pero seguía esa punzada casi física que te llega a la pansa con ayuda de la memoria. Ella apareció y me dejo una duda, miedo y la necesidad de esos 15 segundos los cuales le pedí como se le pide algo a un altar de piedra. Nada de lo que puse en las hojas anteriores me hacia un efecto amnésico, tampoco esta, pero por lo menos me llenan de manías.
Y a las 6 de la tarde aun con ropa de dormir y con ganas de desayunar, me golpea como patada de burro, y siento eso que se siente en las bolsas de los ojos, así como que se llenan de algo. No tengo idea de que sean los sueños, creo que no son nada, creo que es solo imaginación, o una revelación de alguna necesidad. Pero pareciera gastado que sea justo ahora. Pudo ser hace tres meses con efecto distinto, o ayer, con eso del futbol hubiera sido alguna cosa distinta y de más corta duración. Hoy no me quede solo, como cuando esperaba a alguien y no llego porque nunca estuve solo. Como aquella que no llego porque me vio con alguien más en algún sitio que no era ni mío ni de nadie. Yo estaba solo, juro que estaba solo.
Es como en las películas de hoy, que ponen al tipo sentado en una silla frente a la computadora y solo se mueve el fondo, en una velocidad que hace que solo se vean luces y colores pasando como rayones de lápices y plumones en un pizarrón blanco. Gente pasa diciendo cosas sobre el PAN y su derrota, la verdad de la religión en la india y sus colindantes, y todo lo escucho como cuando escuchas el teclado mientras escribes. Lo conoces, lo escuchas, lo aprendes pero no importa, por más constante que sea. Y con minutos de más o de menos la pared es la misma y los adornos colgados tienen una mueca de polvo y de humedad. Unos sonríen y otros se quejan pero ninguno se conforma, solo yo y mi tiempo desvirtuado.
Y con un poco de justificación para tener los ojos casi oscuros en su totalidad y con los parpados a medio cerrar, trato de no ver nada más que la pantalla sin luz ni pasión. Con la mano derecha un poco más cansada que la izquierda y enamorado de nadie ya, me sonrío con la mitad de mis labios, y con la otra dejo atrás memorias que si puedo controlar. Y vuelve la punzada en el estomago, y me intriga, juro que me intriga. Puse dos letras sobre mi muñeca izquierda, es hebreo, creo que yo debí ser mas judío de lo que soy, debí ser menos católico de lo que soy, debí ser alguna otra cosa. Mi padre, el judío mas budista del mundo, me visita dos veces por semana, hoy le tocó, por eso no me quede solo. Me imagino que debería hablar más con él, debería ser menos sincero. Hoy le pregunte a mi madre, la católica más atea del mundo, si los sueños tienen un significado mas allá de lo literal, su respuesta, como siempre, fue tan simple como su peinado.
Las palabras y su sentido tan escondido como los lunares más claros de esa chica a la que le mordí los hombros y me sonreía como para agradecerlo o pedirlo una vez más. Yo le dije que quería 15 segundos, ella quizá quería que le pidiera algo más. Siempre le sonrío con miedo incluso cuando no me ve, aunque cundo lo hace prefiero que se esconda la mirada dentro de las pestañas. Algún día se mostro distinta... y se volvió otra cosa. Le escribí cuanto pude pero la deje en paz cuando me minimizo. Y recordarla sin querer tiene la ventaja de que no me apetece hacer nada más que pensar en alguna cosa que me haga poner la cabeza en otra cosa, y eso está bien juro que está bien.

Como la paz de un hombre sin miedo, y como el temblar de un hombre olvidado, así mismo la pongo en la memoria cada vez que me siento libre de su miel y de su sal llena de brillo. La piel que no se terminaba nunca siempre me supo mejor cuando me dejaba con un poco de deseo. Pero bajo la sombra del espíritu que vale más que la carne, nunca he de permitirme olvidar la huella del último paseo que se dio entre mi pobre calor. Pobre pero verdadero, juro que verdadero y lleno de paz.