jueves, 20 de noviembre de 2014

Endecasílabos a la quimera.

Carta en endecasílabos.  
Sobre la amistad y tres cosas más... no sé bien cuáles.

A la quimera,

 I

¿Qué te digo, amiga, de todo esto?
si te escribo solo, arrepentido,
aunque no sea mi culpa, soy honesto,
he sido lo que soy desde nacido.

Bien, poco a poco he perdido a los nuestros;
en principio por ser yo y no otra cosa:
tal edificación del ego majestuosa
que abandonó el fondo por los metros,

después mi olvido estético del todo
por la sonrisa dulce de cualquiera,
quién viera que no soy de otro modo
ni en encamado abrazo con quien quiera.

Éramos más de cinco, una mancha,
tonto el resto a nosotros diferente;
el mundo que no cambia pero ensancha
nos golpeó hasta llevarnos a la gente.

Amiga, no es que escriba conmovido:
pinto las paredes desde dentro,
imito y recito al yo del pasado:
triste perdió la mano de su cetro.

Ciento y tantas, para no ser exactos,
han tocado la piel de mis despojos
y otras tantas negado tales actos
por miedo en el cielo de sus ojos.

Dejé Tijuana por cosas del alma,
familia, a ti y al mago de muerte;
pensaba que lejos, en la calma,
el príncipe conquistaría la suerte.

II

No vine solo, aun nadie me empujó,
me arrastró un poco esa clemencia pura,
que jura que conmigo se enojó
robando al whisky su última dulzura.

No diré, pero si a la magna ves,
que habla mal de mí con aliento fiero,
escúchale hasta el final sin revés,
y tal vez después dile que la quiero.

De la otra que se fue sin avisar,
ya no es fuga en el sol del pensamiento
ni tormento que me hace regresar,
habla el corazón, juro que no miento.

Hoy trato de entender el imperfecto
en esas frases que hablan de los muertos;
los vivos han perdido en mí ese efecto
de parecer del todo hombres expertos.

III

Eres de esos pocos que se han quedado,
tras el choque del bergantín mundano,
tú y el mago de pelo enamorado
que no han visto en mis toros nada vano.

Arrebato, es cierto, aquellos tesoros
que el viento y sus talentos dieron gracia
para vivir en vida de los otros,
y compartir la dicha y la desgracia.

Pero te cuento y juro, mujer multiforme
a esta silueta Trágica le rezo,
que cada beso en lo que soy transforme
ahuyente el drama gris del Otto e Mezzo.

En cuanto a ti, la Esfinge, imaginaba
que en los brazos fuertes de un hermano eras
el torrente femenino que él deseaba 
tras romperle su dolor con tus caderas.

La vida es cosa cruel para los hombres,
somos una cuenta de mil errores
nacidos por el amor a los nombres 
y el respeto tortuoso a los temores.

Se buena y disculpa su vago encanto,
no todos domamos a las serpientes,
ni leemos de las sirenas su canto
y menos afilamos nuestros dientes.

IV

No hubo piedad para el verano triste,
la tuviste con los pies en la arena
ni las mujeres tuvieron, lo viste,
pero no huiste al reencarnar mi pena.

La condena, para mí, un sinsentido,
para ti no saber qué es lo que sigue;
las estrellas, luces de fuego herido,
evitan que tu noche se fatigue.



...


Me despido sabiendo que estarás
si el deseo de recibir a un amigo
ya venció ese dolor que sanarás
y lo bebes en el Nelson conmigo.

martes, 11 de noviembre de 2014

Cuarenta y tantos.


Cualquiera que me lea sabe que no persigo estos temas, que no los veo, no los creo...
Pero, supongo, que no hay nada que haga más posible la mentira que la omisión. Como todos lo que creen que hacen: nada hago, pero canto a mi manera no lo triste del acto sino lo mal que hacemos las cosas al respecto.


Cuarenta y tantos.

Finitos cuerpos perdidos, sin vida,
a fuego corto llevados a la muerte,
brisa de noche con piel escondida
luz de ojos cansados que tratan verte.

Difícil quererte tan invadida;
triste tu suerte de tierra fuerte
presa y corrupta con la fe perdida,
diminuta el alma, el cuerpo inerte.

Cuarenta y tantos. Y yo, casi vivo,
por alguna razón la muerte esquivo.
Qué suerte de los desaparecidos;

que su lucha cruel no marchan en vano,
que no ven el fuego  tras los suspiros
ni se esconden bajo tinta en su mano.

#43 

sábado, 5 de abril de 2014

Lluvia del yo. Lo que se es.

Enumerar las cosas que  haces, que eres, no dice nada a la pregunta  ¿Qué putas hago?  La lista de cosas que no puedo hacer ofrece una buena respuesta pero igual de incompleta, lo ideal  es juntar en una larga enumeración todas las cosas que eres con las que eres incapaz de hacer; esta cosa del todo y nada o de lo posible y lo probable.
Yo, por ejemplo: Soy un imbécil, de entrada, y todo lo que hago es un esfuerzo inmenso por no parecerlo, no lo logro. Tengo 27, bebo diario pero no puedo ser un alcohólico porque al tiempo soy más o menos responsable, están a punto de publicarme un artículo más o menos filosófico en una revista y creo que hasta mi foto pondrán. Estudio para no enfermarme, ahora a los clásicos y me enfermo aún así irremediablemente.  No puedo llevar una relación satisfactoria por un lastre emocional del cual no quiero-puedo  despegarme del todo y  escribo para mí como a los 15 para no sentir que hablo solo. Tengo suerte en dos o tres cosas y las chicas a veces se aparecen con una sonrisa coqueta debajo de la nariz y una vertical debajo de la cintura: ambas encantadoras. 
Vivo con mi mejor amiga y dos postadolescentes que no son lo que yo era a su edad pero seguramente son mejores.  No puedo evitar hablarles como papá pero no tengo calidad moral para hacerlo. Uso sombreros casi todo el tiempo porque no puedo exponerme al sol. Vivo en una ciudad que desconozco y me trata mal y yo quiero estar en ella, es como cualquier mujer mandona. Peleo por el teléfono con mi ex casi todas las noches porque no se explica que no le haya  rogado más. Yo le escribí un soneto diario durante 3 meses y me metí con 16 para olvidarla. Como dije hay cosas que no puedo hacer ni haciendo las que puedo.
Los lentes que uso ya no me sirven, ni unos ni otros, con unos ya veo borroso y con los otros sólo no veo.  Debería estar haciendo una investigación sobre Augusto pero prefiero escribir sobre la nada mientras bebo. Me cortaron la lengua hace unas semanas y me siento igual, me sacarán unas muelas pronto y seguro seguiré siendo lo que soy. Nunca recuerdo si Tomás cree que los accidentes modifican la esencia, no recuerdo si Agustín lo mencionó alguna vez. Ya no cito autores griegos porque entiendo que leerlos en español es una pérdida de tiempo así que aprendo griego antiguo por pasatiempo y disciplina.
Admiro a mis profesores por lo que son más que por lo que saben y admiro a mis padres por lo que han dado que por lo que darán... y es todo lo que diré sobre figuras de autoridad.
Me toma 32 minutos hacerme el bigote y generalmente queda chueco, toco guitarra con David para sentirme músico aunque no pueda alcanzar notas con mis dedos que sólo sirven para dos cosas.  Me paro frente a Bellas Artes cada que puedo porque  tiene un “yo no sé qué”. Cuando hago las compras pienso en mamá e inmediatamente después  le escribo una carta que no puedo enviar. Evito llorar con películas tristes y me enamoro de los árboles que son más bellos que una flauta transversal. Pienso en la antípoda respecto a la música cada que veo mis pies y no paro de pensar que puede explicarlo todo.
Escribo porque creo que me leen...
Soy un imbécil, es cierto, y miento cada 12 minutos según las últimas estadísticas. Hago sonreír a alguna no sé bien porqué.  De las cosas que hago y las que no puedo aún juntas no responden satisfactoriamente a nada de las preguntas que pueda hacerme. Soy viejo para tener dudas existenciales y joven para responderlas.  Mejor me olvido de mí siendo otra cosa, la que los reflejos me dicten según el caso. Los ojos del cielo no ven sino al mar y acá no existe. El viento es un juguete que los dioses no regalan a cualquiera.

 Si tuviera que elegir lo de antes o lo de ahora seguro no me quedaría con nada, todo es sustituible cuando te quitas de la sobriedad. Es como escribir por encargo o por amor, ambas cosas eres y sólo una al tiempo. Ojalá fuera todas ahora y ninguna para no ponerle nombre a las imágenes que desdibujan el tiempo.