jueves, 28 de abril de 2011

Le das la mano a dios.


Mueres,
te vas de largo y vuelves,
prefieres caminar al balcón. Terminas.
Y pides todo por escrito,
lo encierras en un sobre
que sellas con la lengua,
no pides perdón, pero exiges.
Le pides un deseo al pendejo tiempo
que se inmacula en tus ojos
como virgen de piedra. Lagrimeas.
Vallejo te ha hecho llorar
jugando a las escondidas;
y crees que escribes al mundo
y lo describes inmundo.
Cariñito en los pies, te dibujas,
le haces el amor
a cualquiera que amas,
a cualquiera que está.
Reviras, sonríes, caminas hacia atrás,
y es el mismo camino de vuelta.
Ves girar un ojo: una serpiente
devorándose a si misma,
el tiempo pendejo que invita al sueño.
No hay Tic Tac en el inicio del universo,
mucho menos en el quehacer del mundo
guardado en un sobre sellado con la lengua
mojada de un beso desparramado en el sexo
de cualquiera que se ha amado.
Mueres en el balcón luego de terminar,
dándole la mano a un dios…
uno cualquiera.

2 comentarios:

Consolation Des Arts dijo...

...vaya usted a saber que hay allá abajo, el precipicio se abre, pero para dar los pasos hacia atrás hay que pensarlo el doble...pernsar...des-hacer...
cualquier mujer, cualquier amor, cualquier poema...
Saludos!...siempre es bueno visitar este sitio...

David Navarro dijo...

Gracias, C.D.A. Siempre es bueno que lo visites también, lo agradezco en todo lo que vale, más en estos días en los que el alma se llena de culpas.