Evito
el orgasmo
de todas
las maneras posibles,
lo
sostengo con el aire,
lo abanico,
lo
empujo hacia atrás exhalando
y
camino siempre de frente al sol
para
que el calor sea costumbre.
No es
cuestión de actitud o de ego,
ni exalto mi recuerdo cada vez
que cae
de mí lo único que tengo;
como pieza
de pecado se libera
un
instante en santidad que el cielo pena.
Y no le
temo a vaciarme,
no veo
el mal en un vientre mojado,
invadido de otro,
tampoco
me molestan las nalgas en llovizna,
ni los
pechos manchados
o que
me beban desde el alma
como
bebiendo vida de la botella de dios.
Puedo
exprimirme a mi mismo
sobre los
labios de quien lo pida
o
permito que alguna me seque…
Pero es
que prefiero no hacerlo,
mejor paseo
en el camino de quien sea
y me baño sin
ser yo el manantial.
Podría convertirme
en otra cosa,
ser yo
una fuerza desmedida,
golpear
mientras beso,
alimentarme
de mí al desaparecer
comenzando
de nuevo… después.
Pero incluso
luego
de conseguir lo que no busco,
luego
de ser una memoria,
una
sonrisa prolongada,
el
brillo de unos ojos
y la
paz en la desesperación…
prefiero
no hacer mi parte en el fin
y
quedarme, yo,
con lo
que debiera dejar en comisuras.
Hace
tiempo que eyacular
me hace
tan inmensamente triste
que al
hacerlo olvido que a alguien más
le
parece una bendición instantánea.
Y no
queda más que hacer del camino la bendición
para
que el final no sea necesario.
2 comentarios:
El triste orgasmo... curioso me has recordado a esta escena... http://www.youtube.com/watch?v=LXyqjgCGHS4 Enhorabuena por este blog y tus palabras tan enigmáticas. Un saludo desde la luz y la penumbra.
Muy buena la escena, no la conocía.
Saludos desde acá, no sé bien de donde.
Muchas Gracias por leer.
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