jueves, 5 de enero de 2012

De eyacular.


Evito el orgasmo
de todas las maneras posibles, 
lo sostengo con el aire,
lo abanico,
lo empujo hacia atrás exhalando  
y camino siempre de frente al sol
para que el calor sea costumbre.

No es cuestión de actitud o de ego,
ni  exalto mi recuerdo cada vez
que cae de mí lo único que tengo;
como pieza de pecado se libera
un instante en santidad que el cielo pena.

Y no le temo a vaciarme,
no veo el mal en un vientre mojado,
invadido  de otro,
tampoco me molestan las nalgas en llovizna,
ni los pechos manchados 
o que me beban desde el alma
como bebiendo vida de la botella de dios.

Puedo exprimirme a mi mismo
sobre los labios de quien lo pida 
o permito que alguna me seque…
Pero es que prefiero no hacerlo,
mejor paseo en el camino de quien sea 
y  me baño sin  ser yo el manantial.

Podría convertirme en otra cosa,
ser yo una fuerza desmedida,  
golpear mientras beso,
alimentarme de mí al desaparecer
comenzando de nuevo… después.

Pero incluso
luego de conseguir lo que no busco, 
luego de ser una memoria,
una sonrisa prolongada,
el brillo de unos ojos
y la paz  en la desesperación…
prefiero no hacer mi parte en el fin
y quedarme, yo,
con lo que debiera dejar en comisuras.

Hace tiempo que eyacular
me hace tan inmensamente triste
que al hacerlo olvido que a alguien más
le parece una bendición instantánea.
Y no queda más que hacer del camino la bendición
para que el final no sea necesario.

2 comentarios:

i*- La que canta con Lobos dijo...

El triste orgasmo... curioso me has recordado a esta escena... http://www.youtube.com/watch?v=LXyqjgCGHS4 Enhorabuena por este blog y tus palabras tan enigmáticas. Un saludo desde la luz y la penumbra.

David Navarro dijo...

Muy buena la escena, no la conocía.
Saludos desde acá, no sé bien de donde.
Muchas Gracias por leer.