El círculo es así, querida, un caos sin desperfectos, si comienza o
termina no es problema, no hay inicio en
el tiempo, querida, porque el tiempo nada sabe de comienzos.
Hay momentos tan llenos de muerte
que parecen finales partidos, parecen continuaciones próximas, pero no son
nada. Querida, tú te vas y no regresas y no significa un comienzo. Tampoco
quiero decir que no importa que pasen los días y yo sigo acá igual que antes
como siempre; con los miedos mismos que me conociste aunque la cara distinta y
los ojos cansados. Que soy más viejo,
querida, pues es que no puedo detener la muerte, es que no puedo elegir quedarme
como estoy, al menos no en esta vida y quizá en la próxima haya menos cosas que
elegir.
Había pensado que en la muerte había
más vida que acá, había pensado que no
hay razones suficientes para pensar en postrimerías y no he cambiado nada; sigo
sin creer que puedo creerle a muchos sus historias y sigo sin creer que puedan
creerme las mías. No es que mienta siempre, es que en ocasiones las verdades
son muy extrañas, ridículas, más cuando
se trata de mí. Yo les digo, querida, que a veces no hay maneras de entender a los otros lo suficiente como para
conocerlos, yo sólo tengo vieja el alma,
no sé nada todavía, no sé de otros, no les creo y no me creen; no los conozco. He preferido estos últimos años no
ocasionarle conflictos a nadie y quedarme callado, decir poco para no interferir
con las ideas de nadie; ni siquiera hablo para los faltos de ideas que cada vez
son más y sirven menos, en la vida sólo hay justicia para le gente tibia, y a
los fríos o calientes nos toca pagar la moneda de aquellos; no merecemos esto,
no merecemos nada, los que no somos no deberíamos tener o no tener, deberíamos
no necesitar. Por eso te digo, querida, no me culpes si parece que no quiero
nada, es que soy justo conmigo y no merezco lo que me dan, no doy nada porque
nada valgo y nada pago, porque nada le doy al mundo para que me devuelva tanto
placer como dolor, es que no merezco ninguna de las dos cosas.
La vida rompe sus leyes, querida, tú
misma te rompes a ti misma cada vez: cuando te interpretas en la cabeza de
otros –¿no es eso una tortura?–Es que no estás tan liberada como el mar, es
que yo tampoco, es que ya no hacemos lo que nos da la gana, querida, es que se
nos arrugo el alma antes que el cuerpo, tonta. Un Día decidí que no eras importante y lo creíste y a veces
yo también, pero es que son chistes de
mal humor, querida, son chistes para adultos –¿Es que no conoces eso? ¿es que
eres una niña que se la ha pasado envejeciéndome para no crecer?
– Ni yo crezco y tú no me matas, no será un suicidio, querida, tú sigues acá
de cualquier modo, el nombre mío no se compara con el tuyo, el mío ni siquiera
es un nombre, sólo lo parece.
El círculo es así, querida, y todo
el tiempo está dando las vueltas que debe, no da para más; es como tú que estás
acá sólo siendo como las cosas de adorno de algún ser que se esconde de nuestra
vista en nuestros propios párpados burlándose.
No hay buenos deseos acá, ni yo los tengo para otros ni los otros para
mí y eso equilibra los intercambios, no hay importancia en el poder dar o el
recibir, nadie da nada sin recibir, dicen, pero hay quién da más sin pensar en
la retribución y esa no es gente de fiar, querida, la gente que no pide es
gente que hace sentir culpable a los otros –¿no has querido regresar el tiempo
para no aceptar eso por lo que no pagaste? –Desde ahora te aviso, querida, que
si me has de regalar algo regálame tu ausencia para recordarte, por lo menos,
cada ciclo que la perfección distraiga al caos y lo regenere. La ausencia es
siempre un regalo que se paga por sí solo.
5 comentarios:
Mi querido Navarro! Tus 'cuentos' siguen siendo la mar de locura que siempre me ha encantado...
Me da gusto, mucho gusto.
Hasta ahora vengo a comprender...
Los que dan sin pensar en retribución son los que al final sufren menos, o al menos es como yo lo veo.
Muy lindos pensamientos :)
Exquisitamente perfecto, querido.
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