domingo, 6 de marzo de 2011

Happy Birthday

Nací un viernes, a las 8 de la noche. En mi casa miraban el exorcista a la hora que yo llegué. Y yo cada año, a estas horas de la noche, siento que me posee un demonio de lo más triste; pero sobre todo, de lo más jodido. Debe ser el clima de la fecha, que ni es invierno ni es primavera.
A mí, mi madre me parió con la ilusión firme de que llegara a ser alguien, cuando menos, lo suficientemente provechoso para no tener que batallar por un plato en una mesa de madera. La única verdad es que nunca he batallado por un plato ni por una mesa, pero también es cierto que nunca me he ganado nada siendo un hombre de provecho. Debe ser que no lo soy.
La profesión de comediante, la de llorón y la de hablador son en las que más tenía futuro cuando niño. Hoy siguen siendo las mismas, pero a mi edad ni con el mejor de los entrenadores les sacaría buen provecho.
A mí, alguien me dijo una vez que los hombres fuman después de coger, mientras lloran, cuando están solos y a la hora de beber en buena compañía... Cuando se juntan dos o más de las posibilidades quizá sea momento de un habano. A veces no se tiene ninguna,  pero que ganas tan desgarradoras de fumar un último cigarro... uno que no enferme pero que mate.
Nada en estos años me ha preocupado lo suficiente,  siempre que me equivoco la vida me sonríe y yo le hago ojitos pa' que crea que me vale madres. Mi grupo de amigos que son los suficientes para no ser tantos,  siempre me recuerdan que antes de evitar una estupidez sea lo suficientemente estúpido para no dejarlo pasar; que las estupideces son siempre la más pura fuente de energía para las almas que no producimos ni un carajo.
Que si estoy o estamos jodidos... es una cuestión de actitud, por eso es que eso de hacerle a la filosofía de los hombres ilustres siempre me ha parecido un acto antinatural... como el tiempo, por eso es que hoy acabo de nacer. 
Happy birthday me han cantado.. y yo que no sé si festejar mi vida o  la ventaja que llevo en mi interminable pelea por no madurar. Un día escuché a Rafael Inclán decir que madurar es una pendejada, y aquí somos de todo, menos pendejos.

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