martes, 17 de agosto de 2010

Una pausa.

Con el pecho al viento, sudado.
Con un recuerdo de un supuesto amor,
escondido en algún sitio del pantalón.
Agotado y sin sed.

Cae el trozo de ceniza en el costado,
seco y blanco, como cocaína.
Raspando y sangrando,
pasando los días en soles pasados.

Siete copas, un padre, dos días.
Dos coronas de cabeza y una cruz,
acariciándose entre si, acogiéndose,
vacacionando de noche por París.

1 comentario:

†Nicté dijo...

Las memorias calan y luego uno se sacude para desplomarlos, la falta del no se que que que se yo pero bien que se tiene presente...

Me gustó mucho! ;)

Saludos y un beso...