jueves, 2 de diciembre de 2010

Como el agua.


A mí sólo me queda un poco de desventura y cuatro gramos de peso en exceso. No le pido nada a nadie, excepto a quien tiene algo para mí; la paz de un hombre es suficiente y su voz siempre representa el filo enorme de mi conciencia afilada.

El amor me lo saco escribiendo; como los ojos, los cuervos, con el pico ¡qué sensación la de ese hueco de muerte! Esa que nos deja con  el alma clavada en el suelo; como los cabellos del pecho de un hombre derrotado.

Cada momento en el que me acribillan sus interminables miradas, las de todos, se me acumula en el pecho el desprecio; como anciano a los montes eternos.

El más puro fin de un beso siempre es el alma; si es que el beso es tan verdadero como la espuma delgada en el margen que divide las olas de la arena.

Hacer el amor con finura, con frialdad; como el vapor que se hace gota y se resbala lentamente por la ventana.

Y nadie toca la mano de otro, y nadie besa la boca de otro; como en el espejo que no tocas la mano de tu reflejo.

Y dar al arte lo que el hombre a la mujer en la cama; como las águilas viejas: valor para vivir.

El orden del espíritu con la fuerza del fuego; como dragón con las garras deteniendo al mundo.

El alma danzante y apasionada; como música de cuerdas sin sentido, abierta al mundo.

Inicio de las cosas sin movimiento, estático; como la roca que detiene el vacío espacio entre el cielo y la tierra.

La carga es mentira y es falsa; como tan falso el amor de los huesos a la piel; como mentira es la mirada del hombre a su futuro.

A mi sólo me queda una voz y un silencio;  como a los hombres que piden un cigarrillo antes de ser ejecutados.

1 comentario:

Consolation Des Arts dijo...

...Saludos desde acá...hablando de fuerza...frases encantadoramente peligrosas formando un romepcabezas que se niega a juntar sus piezas...